miércoles, agosto 03, 2005

Opiniones e interrogantes sobre la Ley de Justicia y Paz

La Unidad Investigativa de Indepaz recopiló cerca de 20 argumentos y opiniones sobre la Ley de Justicia y Paz aprobada en el Congreso el pasado 21 de junio y que está a la espera de la firma del gobierno. La confesión, las víctimas, la misión de la OEA, la extradición, la comisión de la verdad, los estándares internacionales, la aplicación de la ley y el futuro de Ralito, son los temas que enmarcan las diferentes percepciones. Además, propone tres interrogantes: La opinión de organismos internacionales de D.D.H.H, la jurisprudencia de nuestra Corte Constitucional y los derechos patrimoniales de las victimas y la licitud de los bienes. Así, este artículo da cuenta de la complejidad del tema e invita al análisis riguroso y profundo de la ley.

Fecha de publicación: 2005-07-18
Autor/Fuente: Unidad Investigativa de Indepaz

SOBRE LA CONFESIÓN

Gina Parody. “Se necesita una confesión total de los delitos que incluya la versión de las víctimas. Así se garantizaría un mínimo de verdad sobre las masacres, desapariciones y homicidios cometidos en el país en los últimos años. Y de paso se establece la magnitud del robo de tierras y otros bienes”.

Rodrigo Rivera. "Podríamos estar a las puertas de la más gigantesca operación de lavado de activos de la historia y se debe evitar que el sueño de los carteles de la droga, de lavar sus fortunas y prontuarios a cambio de parar el terror, llegue a convertirse en política oficial" (1).

Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas de la ONU. La ley "podría llevar, en lo jurídico y en lo práctico, a la concesión de importantes beneficios atenuantes de responsabilidad penal a personas que hubieren cometido la gravísima conducta de la desaparición forzada de personas, sin que se asegure su contribución previa a la obtención de dicho beneficio para el esclarecimiento del caso correspondiente (...)".

Luis Carlos Restrepo Ramírez, Alto Comisionado para la Paz (2). “El texto conciliado y aprobado el pasado 22 de junio de 2005 por el Congreso de la República complementa la ley 782 de 2002, cuyos beneficios solo pueden concederse a responsables de delitos indultables. No hay perdón para delitos atroces. Los responsables de delitos como secuestro y homicidio, hasta delitos atroces, deberán someterse a un procedimiento judicial especial que aplica los principios de la justicia restaurativa, centrando su atención en la colaboración con las autoridades por parte de los procesados y la reparación a las víctimas”.

Alfredo Rangel Suárez, analista Director de la Fundación Seguridad y Democracia (3). “Tal vez habrá que esperar a que se firme el último acuerdo de paz en nuestro país para valorar en toda su dimensión los logros de la Ley de Justicia y Paz. Por lo pronto puedo arriesgar una conjetura, y hago apuestas: ni las Farc ni el Eln aceptarán dicha ley por considerarla demasiado dura para ellos, aun cuando simultáneamente la estimen demasiado blanda para los paramilitares.

Con estos grupos guerrilleros firmaremos en el futuro acuerdos de paz que no incluirán las confesiones, ni las penas, ni las expropiaciones, ni las reparaciones a las víctimas contenidas en esa ley. Con ellos habrá que barajar de nuevo las condiciones jurídicas para su desmovilización y reinserción –y, ojo, ni siquiera hablo de desarme, para el caso de las FARC –“.

SOBRE LAS VICTIMAS

Comisión Colombiana de Juristas – CCJ (4). “Las víctimas siguen sin poder participar en el procedimiento para determinación de responsabilidades y de hechos. Al contrario, la participación de las víctimas se reduce a la facultad de solicitar y participar en el incidente de reparación después de la audiencia de aceptación de cargos.

(...) Además, a pesar de las modificaciones, subsistieron los fuertes obstáculos para la reparación efectiva de las víctimas. Los victimarios sólo deberán entregar para la reparación los bienes de procedencia ilícita, no se enfrenta la deliberada insolvencia de los criminales, la reparación queda sujeta a la disponibilidad de recursos económicos y, por si fuera poco, los recursos del fondo de reparaciones son aleatorios”.

Luis Carlos Restrepo Ramírez, Alto Comisionado para la Paz. “Más allá de la reparación material o indemnización –como ha sido usual en Colombia –, el proyecto establece la necesidad de adelantar acciones de restitución, rehabilitación y satisfacción. Se integran también, por primera vez a la ley penal nacional, las figuras de la reparación simbólica y garantías de no repetición. Ante la autoridad competente o mediante un incidente de reparación si así lo prefiere, la víctima demanda sus pretensiones y aporta pruebas, quedando en manos del juez la toma de decisiones. La ejecución de las labores de reparación corre a cargo del Fondo para la Reparación a las víctimas. Un Consejo Nacional de Reparación y Reconciliación, presidido por el Vicepresidente de la República y con representación de diversos estamentos, entre ellos las organizaciones de víctimas, es el encargado de supervisar las labores de reparación y de presentar un informe público sobre el surgimiento y accionar de los grupos armados ilegales que se desmovilicen. Dicho consejo debe velar además por el eficaz desmantelamiento de las organizaciones armadas ilegales, poner en marcha programas de separación colectiva en las regiones donde éstas han operado y coordinar las Comisiones Regionales para la Restitución de Bienes”.

Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (5). “5) La ley aprobada no ofrece suficientes mecanismos para superar los obstáculos para una efectiva reparación a las víctimas. No garantiza que el Estado y sus instituciones presten el apoyo pro-activo que las víctimas tienen derecho a tener y a esperar, siendo las más vulnerables, expuestas y, muchas veces, justamente las más débiles por su condición de víctimas o familiares de estas. Tampoco aborda adecuadamente la situación específica de ciertas víctimas (niños y niñas, mujeres, pueblos indígenas y miembros de comunidades afro-colombianas).

Básicamente, la ley hace depender la reparación, por parte de los victimarios, de los bienes y recursos que éstos quieran declarar y entregar. Pone la carga para obtener reparaciones sobre las víctimas, sin darles el apoyo adecuado del Estado en el proceso judicial. Además, aborda insuficientemente la responsabilidad estatal de reparar en los casos que directamente le corresponde. Tampoco cubre la responsabilidad que tiene el Estado de esforzarse por asegurar la reparación en los casos en que los victimarios no cumplan o no puedan cumplir con la reparación. (Artículos 5, 23 y capítulo IX)”.

Se puede prever que la insuficiente reparación a las víctimas no va a contribuir positivamente al necesario proceso de reconciliación.

SOBRE LA MISIÓN DE APOYO AL PROCESO DE PAZ, MAPP /OEA

Human Rigths Watch (6)."Les urgimos fuertemente (...) dejar de apoyar de inmediato a la misión de la Organización de Estados Americanos (OEA)", dado que "no pidió ningún cambio a los serios defectos del proyecto" y "en lugar de presionar para que se cumplieran las normas internacionales, la misión apoyó el proceso sin condiciones, dando legitimidad a las acciones del Gobierno".

SOBRE LA EXTRADICIÓN

Presidente Álvaro Uribe (7). Si alguien quiere evitar la extradición, "debe someterse a un proceso de contrición, a un proceso de arrepentimiento, a un proceso de cumplimiento riguroso de la Constitución, de construcción de credibilidad en la comunidad nacional e internacional".

El Embajador norteamericano (8). “EL 27 de abril del 2004, el presidente Uribe dijo que no va a negociar la extradición y que Mancuso no será extraditado mientras respalde el proceso de desmovilización. Todavía estamos pidiendo su extradición, esperamos que lo puedan extraditar(…). Cuando pedimos que alguien sea extraditado, lo pedimos en serio”.

“Siempre participamos con Colombia para que ambos países puedan elaborar casos jurídicos lo más fuertes posible. Pero los crímenes en los Estados Unidos son una cosa y los crímenes en Colombia otra. Entendemos que Colombia quiere procesar los criminales aquí, nosotros también queremos procesar los criminales bajo nuestra ley allá”.

“La ley dice que la pena alternativa puede ser cumplida afuera del país, lo que significa que ‘don Berna’ podría cumplir su pena alternativa en Estados Unidos y, al mismo tiempo, ser juzgado por crímenes no cubiertos bajo esta ley, que son muchos”.

The Guardian (9). “Jhon Kerry y 22 senadores más en julio firmaron una letra que impulsaba a Uribe a procesar a los funcionarios que colaboraron con las unidades paramilitares. Los funcionarios de la administración pueden comparar a Uribe con Abraham Lincoln, pero el comité de apropiaciones del Senado la semana pasada dijo que congelaría las finanzas a la ley de Justicia y al plan de la paz a menos que Uribe garantizara desmontar los grupos paramilitares y la extradición de los comandantes. Ni lo uno ni otro es probable que suceda bajo el plan”.

SOBRE LA COMISIÓN DE VERDAD

Edgardo Maya, Procurador General de la Nación (10). Una comisión de la Verdad, como las creadas en otros países, debería obtener "el reconocimiento de los delitos cometidos, dentro de ellos los referidos a los inmuebles Según el Procurador, los paramilitares han acumulado "grandes superficies de tierras, que deberían servir para una indemnización a la vez material y moral, individual y colectiva".

Vólmar Pérez, Defensor del Pueblo (11).“Como los instrumentos que trae la ley son insuficientes para satisfacer el derecho a la verdad por la vía de la confesión, quiero proponerle al Gobierno, al Congreso y al conjunto de la sociedad, conformar una Comisión de la Verdad, no de carácter judicial, sino de carácter político en sentido amplio, muy al estilo de la manera como han funcionado en otras regiones del mundo, como en Centroamérica y Sudáfrica, ya que no va a ser posible judicialmente establecer de manera integral la verdad sobre los crímenes de lesa humanidad y de los hechos de violencia de que son responsables los jefes de los conocidos grupos de autodefensa. Necesitamos una Comisión de la Verdad que nos haga un diagnóstico riguroso sobre como surgió el fenómeno del paramilitarismo en Colombia, cómo se han financiado estas organizaciones y que establezca de qué delitos son responsables. Yo creo que este mecanismo puede ayudar mucho a reconstruir la memoria colectiva y la verdad histórica sobre las responsabilidades que le caben a esta organización delictiva”.

SOBRE LOS ESTÁNDARES INTERNACIONALES

Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (12). “En relación con la ley “Justicia y Paz”, aprobada por el Congreso el 22 de junio, la Oficina observa que ésta no logra reunir los elementos esenciales aconsejables para establecer una justicia transicional que, en aras de ser un instrumento de paz sostenible, prevea incentivos y ofrezca beneficios para que los grupos armados ilegales se desmovilicen y cesen sus hostilidades, a la vez que garantice adecuadamente los derechos de las víctimas a la verdad, a la justicia y a la reparación”.

José Obdulio Gaviria Vélez (13). “¡Que se respeten los estándares internacionales!, dicen algunos. Bueno..., busquémoslos. Yo utilicé esa lámpara de Aladino que se llama google.com. ‘Lamparita –le dije– quiero conocer las leyes de verdad, justicia y reparación aplicadas a quienes se desmovilizaron últimamente en Sudán, Afganistán, Sri Lanka o en la Cochinchina. Miles de páginas y nada encontré sobre persecución, retaliación, condenas a muerte o cadenas perpetuas. Lo que leí fue predicaciones de paz, propósitos de enmienda y reconciliación, lenguaje fraterno, mediación internacional (Noruega) y de obispos y pastores”.

SOBRE LA LEY Y SU APLICACIÓN

El Embajador de Estados Unidos en Colombia, W. Wood (14): “La Ley no es perfecta. Tuvo un debate largo y democrático y sugerencias de la comunidad internacional. La ley final no es como era el borrador original, de ninguna manera. Creo que es viable y puede adelantar la paz, la justicia, proteger la extradición y darles a las víctimas una reparación. Pero lo que más importa es que haya ejecución plena de este marco jurídico”.

"Si la Ley se ejecuta bien, estoy segurísimo que va a bajar el nivel de violencia y también del narcotráfico". “Tiene muchas fallas pero es el producto de un intenso intercambio de ideas que busca reducir el nivel de violencia contra los inocentes que así lo reclaman”.

Monseñor Luis Augusto Castro, nuevo Presidente de la Conferencia Episcopal colombiana. , “Salió la ley, es una ley que hay que respetar y hay que aceptarla. Será laxa, pero es lo que tenemos y es una camino que de todas maneras ofrece una novedad que antes no la había y la novedad está en que empieza a exigirse justicia. Será poquita, pero se empieza a exigir. No hay, como podrían decir las publicaciones que últimamente han juzgado, una descarada impunidad, un perdón y olvido así no más, no, no, no. Hay exigencias de justicia y por eso es un paso adelante. Yo creo que en la aplicación habrá que ser muy estrictos para que no se vaya a caer en una laxitud, sino que verdaderamente se esté al espíritu de esta Ley. Lo que pasa es que cuando se trata de justicia transicional hay que mirar a las dos de partes, una parte es la justicia y otra parte es la paz, no hay que hacer una justicia tan rígida que rompa toda posibilidad de paz, como tampoco hay que hacer una paz construida sobre la impunidad porque eso lo hemos hecho en otras ocasiones en el país, y el resultado ha sido más conflicto y más guerra”.


SOBRE EL FUTURO DE RALITO

Embajador de E.E.U.U (15). “Santa Fe de Ralito fue creado porque no había un marco jurídico para tratar con los cabecillas y los culpables de crímenes de lesa humanidad. Ahora tenemos un marco legal y una vez la Ley sea firmada por el Presidente, difícilmente entiendo para que puede servir Santa fe de Ralito. Los paramilitares tienen que entregarse o volver a la selva”.


Interrogantes sobre la Ley de Justicia y Paz


Luego de un largo debate, caracterizado de las voces altisonantes de defensores y detractores (No olvidar a Gina), el Congreso de la República aprobó la llamada Ley de Justicia y Paz – cuya sanción se hizo dar tiempo, quizás a la espera de los resultados del viaje del Presidente -en su nuevo avión- a Europa o al trámite de la aprobación de los desembolsos y del nuevo cupo de la ayuda norteamericana en el parlamento de ese país-. Bueno, y que trae la Ley. Para ello es necesario revisar: 1. La opinión de organismos internacionales de D.D.H.H., 2. La jurisprudencia de nuestra Corte Constitucional y 3. los derechos patrimoniales de las victimas y la licitud de los bienes.

1.Organismos internacionales

Recordemos algunas de las declaraciones dadas en torno a ella y sus riesgos frente a la globalización de los derechos humanos.

La Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos requirió en diferentes oportunidades al Gobierno y al Congreso que se incluyesen cambios al proyecto para ajustarlo a los estándares internacionales del derecho internacional de los derechos humanos y al derecho internacional humanitario. Defendió con ahínco esta Oficina que debía aplicarse el criterio de justicia transicional, que la desmovilización debía ser colectiva y no individual – requisito indispensable para el desmantelamiento de los paramilitares-, que debía privilegiarse que los victimarios confesarán y aportarán pruebas e información para asegurar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, y que la ley debía garantizar la reparación adecuada y efectiva de las victimas.

Por su parte, el Director de Human Rights Watch señaló que “el proyecto actual hace poco más que servir a los intereses de los líderes paramilitares: no toca sus redes mafiosas ni el poder económico que alimenta las actividades de sus grupos (…) Es un mal arreglo tanto para los colombianos como para la comunidad internacional, y sienta un precedente desastroso para negociaciones futuras con otros grupos armados”. Esta organización, se pronunció también sobre el papel de la misión MAPP/OEA y le solicitó a los gobiernos de Suecia y Holanda no continuar apoyando esta iniciativa.

No se quedó por fuera del debate, el diario The New York Times, que en un editorial propuso llamar la citada norma como “Ley de Impunidad para Asesinos, Terroristas y Traficantes de Cocaína” ya que “refleja el considerable poder político de los paramilitares”, bloquea la extradición de los líderes buscados por narcotráfico y permite que continúen “con sus negocios de drogas, extorsión, robo de tierras y otras actividades criminales sin ser perturbados”.

2. Jurisprudencia de la Corte Constitucional

A continuación revisaremos brevemente el marco que rige el análisis de constitucionalidad de la ley en cuestión. Le compete esta función a la Corte Constitucional, organismo que ha sido enfático en reiterar las obligaciones del Estado colombiano en la defensa de los derechos humanos. Basta leer lo indicado en la Sentencia C- 578 de 2002, mediante la cual se pronunció en torno de la Ley que adhirió a Colombia al Estatuto de Roma.

“…el derecho internacional ha considerado que los instrumentos internos que utilicen los Estados para lograr la reconciliación deben garantizar a las víctimas y perjudicados de una conducta criminal, la posibilidad de acceder a la justicia para conocer la verdad sobre lo ocurrido y obtener una protección judicial efectiva. Por ello, el Estatuto de Roma, al recoger el consenso internacional en la materia, no impide conceder amnistías que cumplan con estos requisitos mínimos, pero sí las que son producto de decisiones que no ofrezcan acceso efectivo a la justicia.

Figuras como las leyes de punto final que impiden el acceso a la justicia, las amnistías en blanco para cualquier delito, las auto amnistías… o cualquiera otra modalidad que tenga como propósito impedir a las víctimas un recurso judicial efectivo para hacer valer sus derechos, se han considerado violatorias del deber internacional de los Estados de proveer recursos judiciales para la protección de los derechos humanos, consagrados en instrumentos como, por ejemplo, la Declaración Americana de Derechos del Hombre, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención Americana de Derechos Humanos y la “Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso de poder...” (Resaltado fuera de texto).

Adicionalmente, la Corte colombiana no solo ha actuado en consonancia con las decisiones adoptadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sino que ha exigido el cumplimiento de las mismas y se ha ajustado a su jurisprudencia. En ese marco de ideas vale recordar la decisión del Tribunal internacional en el caso peruano de “Barrios Altos”, en el que se indicó que las leyes de amnistía dictadas por el Gobierno contrariaban la Convención Americana de Derechos Humanos y estimó por lo tanto que el Estado de ese país era responsable de violar los derechos de las victimas.

Y, esto, se hace más dudoso frente a la reciente decisión de en Argentina, producida por la Corte Suprema de ese país, casi 20 años después de la expedición de la ley de “punto final” y “obediencia debida”. A juicio de ese Tribunal, la referida ley desconoció la existencia de los límites que rigen las leyes de amnistía que se originan en la referida convención, especialmente las que buscan asegurar los derechos de las victimas. Se basa la Corte del país austral en la Sentencia de Barrios Altos, la cual – según la Corte argentina - generó una doctrina que es imperativa para los países suscriptores de dicha convención, entre ellos Colombia.

Para mayor ilustración, se destacan algunos apartes del fallo de Barrios Altos.

“41. Esta Corte considera que son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos… prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

42. La Corte… considera que las leyes de amnistía adoptadas por el Perú impidieron que los familiares de las víctimas y las víctimas sobrevivientes en el presente caso fueran oídas por un juez, conforme a lo señalado en el artículo 8.1 de la Convención; violaron el derecho a la protección judicial consagrado en el artículo 25 de la Convención; impidieron la investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y sanción de los responsables de los hechos ocurridos en Barrios Altos, incumpliendo el artículo 1.1 de la Convención, y obstruyeron el esclarecimiento de los hechos del caso”.

Se dirá que la ley recientemente aprobada no es una ley de amnistía ni indulto. Más allá de las recurrentes declaraciones del presidente en el sentido de recordar que ya se han producido este tipo de normas en el país, que han permitido incluso a sus beneficiarios estar sentados en el Congreso, lo cierto, es que los beneficios, los plazos, las penas, pueden verse como una “modalidad que tenga como propósito impedir a las víctimas un recurso judicial efectivo para hacer valer sus derechos” en los términos de la Corte colombiana. Con un agravante, que no era ni es el común denominador en los casos peruano y argentino: La presencia perenne y permanente de otro delito internacional como es el tráfico, producción y comercialización de drogas de uso ilícito, que permea y atraviesa la negociación con las autodefensas o paramilitares. No hay que olvidar las permanentes declaraciones de funcionarios norteamericanos - más o menos cercanos a la ley aprobada- , que en lo único en que coinciden es en ratificar el “deber” y la “obligación” del Estado colombiano de extraditar a aquellos sujetos a los que se les adelanta procesos y han sido vinculados por su conexión a dicho delito, más allá de que se les otorgue estatus político por sediciosos (Para ejemplos: Mancuso, Don Berna, Giraldo y el “40”). Esta posición, puede ser la lógica, que llevó al Embajador de Estados Unidos a “gestionar” la alternativa de cumplir la pena en el exterior incorporada en la ley. Todos esas situaciones hacen obligatorio que el Estado colombiano, pero particularmente el Gobierno, deban tener especial cuidado en la aplicación de la ley.

3. Los derechos patrimoniales y la licitud o no de los bienes que se entregan.

Materias, como la entrega y recepción de bienes ilícitos se hacen muy complejas. De una parte, la extinción de dominio consagrada en la Constitución Política - además de perseguir a funcionarios inescrupulosos- , fue producto de los compromisos asumidos por el Estado colombiano para combatir el negocio de las drogas. Según esta figura, los bienes adquiridos de manera ilegal, son susceptibles de la extinción para que regresen al Estado, bien sea para que éste adelante programas y proyectos en el marco de la política antidrogas; para que impulse proyectos a favor de los desplazados como lo previó la Ley del Plan de Desarrollo, o para que se destinen a la reparación de las victimas de la violencia de los grupos y miembros de las autodefensas, en los términos de la nueva ley.

Asumiendo, que con la Ley de Justicia y Paz se privilegia este último fin, ¿puede el Estado – a través de la RSS – recibir bienes de los cuales no existe certeza sobre la manera como se adquirieron y sobre los cuales versan serias dudas asociadas a la vulneración de los derechos de quienes eran los propietarios, poseedores, tenedores y ocupantes, así como sobre el empleo de figuras como el lavado de bienes a través de testaferros?, ¿Con qué título y a través de qué títulos se entregan y reciben los bienes?, ¿Se pueden destinar a los programas de proyectos productivos por la paz, que tanto defiende el Alto Comisionado o a los que promueve Vicente Castaño?, ¿Es posible que el Estado, a través de sus distintas agencias, entregue créditos, conceda estímulos y otorgue incentivos sobre bienes a los que no se les conoce su procedencia o de la cual se tienen serias dudas? Esto sin entrar en temas más complejos, como los derechos de los grupos étnicos (Ver informes y fallos del Incoder, Defensoría del Pueblo, Corte Constitucional y Corte Interamericana de DH: Caso Jiguamiandó CurBaradó) y la protección a las zonas de relevancia ambiental y ecológica (Concesiones en parques nacionales naturales: Tayrona, Amacayacu, entre otros).

Bueno, para finalizar y no olvidar la posición norteamericana – parece ser la que prima -, recordemos el caso de Sonia, la extraditada de las FARC, quién debe atenerse a ser asistida por un abogado de oficio, en la medida en que no existe manera de probar que los dineros que utilizaría para pagar un profesional del derecho de su elección, provienen de sus actividades lícitas o de las ilícitas vinculadas al narcotráfico.



(1) Revista Cambio de Junio 24 de 2005. Volver

(2) Ver: www.altocomisionadoparalapaz.gov.co Volver

(3) El Tiempo. “Entre los "paras " y la guerrilla. Con las Farc y el Eln no habrá confesión, ni penas, ni reparación”, julio 8 de 2005. Volver

(4) Comisión Colombiana de Juristas, Boletín Número 6: “Aprobada ley de impunidad en Colombia”, Bogotá, junio 29 de 2005. Volver

(5)Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Documento del 27 de junio de 2005. Volver

(6)Carta de José Miguel Vivanco, director de HRW en América Latina, a los gobiernos de Holanda y Suecia, países que financian la veeduría de la OEA, junio 23 de 2005. Volver

(7)En respuesta a la carta de congresistas de E.E.U.U Edward Kennedy, Joseph Biden, Barak Obama, Patrick Leahy, Christopher Dodd y Russel Feingold, demócratas en las comisiones de Relaciones Internacionales y subcomités de Apropiaciones.Volver

(8)El Tiempo. “ Embajador de E.U. William Wood dice que zona de ubicación de Ralito no se justifica más”, julio 10 de 2005.Volver

(9)The Guardian. "Los intocables de la droga en Colombia”, Londres, julio 12 de 2005. Volver

(10)En entrevista a la FM, el 24 de junio de 2005.Volver

(11)Comunicado de prensa del 24 de junio de 2005.Volver

(12)Documento citado.Volver

(13)El Tiempo. “La ley de justicia y paz - No dejarse engrupir”, junio 23 de 2005.Volver

(14)Declaraciones en la página web de la Embajada, en la entrevista antes citada y en el foro realizado por el Centro Woodrow Wilson, junio 2005.Volver

(15)En la entrevista citada.Volver

Semblanza de Andrés Pastrana




El principal objetivo de Pastrana fue lograr la paz.
Cuando Andrés Pastrana Arango ganó las elecciones presidenciales en junio de 1998, sabía que su tarea no iba a ser fácil.
A los 44 años de edad, recibía un país destruido por tres décadas de guerra civil, el tráfico de drogas y la corrupción, y golpeado por una de las recesiones económicas más profundas en más de medio siglo.

El abogado y periodista Andrés Pastrana prometió poner en orden las finanzas del gobierno y eliminar la corrupción. Pero su apuesta más grande fue encontrar una solución a la guerra civil en Colombia.

Al parecer, fue una apuesta perdida.

Secuestrado

Pastrana, hijo del ex presidente Misael Pastrana, comenzó su carrera política en la Municipalidad de Bogotá, donde fue elegido dos veces en los años 80.


El dinero de las drogas alimentó la guerra civil.
Después de ser secuestrado durante su campaña, por el cartel de drogas de Medellín, se convirtió en el primer alcalde públicamente electo en 1988.

Tres años más tarde, fue elegido por el Senado pero decidió no aceptar, para presentarse a las elecciones presidenciales en 1994, donde perdió por un pequeño margen con Ernesto Samper en la segunda ronda.

Lo intentó nuevamente en 1998 y salió segundo en la primera ronda.

Gesto crucial


El líder de las FARC, Manuel Marulanda. se reunió con Pastrana después de las elecciones.
En las semanas previas a la segunda ronda, realizó un gesto crucial que, según muchos, inclinó el balance a su favor en las elecciones: declaró que si era elegido presidente, iría en persona a la selva para reunirse con los líderes guerrilleros con vistas a lograr un acuerdo de paz.

Las FARC expresaron su deseo de conversar con él.

Para muchos, esto demostró que Pastrana era capaz de asumir grandes riesgos para devolverle la paz a Colombia.

Ganó las elecciones y 18 días más tarde cumplió lo prometido: se encontró con Manuel Marulanda en la selva.

Colombia en el mundo

La victoria de Pastrana marcó una nueva fase para Colombia en el plano internacional.

El presidente fue invitado a Estados Unidos para dialogar con el presidente Clinton, quien le prometió asistencia en la lucha contra el narcotráfico.

El esquema general de Pastrana ha generado controversias y muchos han cuestionado su eficacia.

Los colombianos no han visto el crecimiento económico que esperaban y las cifras de desempleo son altas.

Y todo indica que su gran apuesta, la paz con la guerrilla durante su período de gobierno, por la cual se jugó todo su prestigio político, fue al final una apuesta perdida.

martes, agosto 02, 2005

Que se deba hacer para escribir la verdad.

«¿De qué sirve escribir valientemente que nos hundimos en la barbarie si no se dice claramente por qué?», se pregunta Bertolt Brecht en el texto que hoy les presentamos.
El que quiera luchar hoy contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad tendrá que vencer por lo menos cinco dificultades. Tendrá que tener el valor de escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la inteligencia necesaria para descubrirla; el arte de hacerla manejable como un arma; el discernimiento indispensable para difundirla.

Tales dificultades son enormes para los que escriben bajo el fascismo, pero también para los exiliados y los expulsados, y para los que viven en las democracias burguesas.

I. El valor de escribir la verdad

Para mucha gente es evidente que el escritor debe escribir la verdad; es decir, no debe rechazarla ni ocultarla, ni deformarla. No debe doblegarse ante los poderosos; no debe engañar a los débiles. Pero es difícil resistir a los poderosos y muy provechoso engañar a los débiles. Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario. Renunciar a la gloria de los poderosos significa frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo ello se necesita mucho valor.

Cuando impera la represión más feroz gusta hablar de cosas grandes y nobles. Es entonces cuando se necesita valor para hablar de las cosas pequeñas y vulgares, como la alimentación y la vivienda de los obreros. Por doquier aparece la consigna: «No hay pasión más noble que el amor al sacrificio».

En lugar de entonar ditirambos sobre el campesino hay que hablar de máquinas y de abonos que facilitarían el trabajo que se ensalza. Cuando se clama por todas las antenas que el hombre inculto e ignorante es mejor que el hombre cultivado e instruido, hay que tener valor para plantearse el interrogante: ¿Mejor para quién? Cuando se habla de razas perfectas y razas imperfectas, el valor está en decir: ¿Es que el hambre, la ignorancia y la guerra no crean taras?

También se necesita valor para decir la verdad sobre sí mismo cuando se es un vencido. Muchos perseguidos pierden la facultad de reconocer sus errores, la persecución les parece la injusticia suprema; los verdugos persiguen, luego son malos; las víctimas se consideran perseguidas por su bondad. En realidad esa bondad ha sido vencida. Por consiguiente, era una bondad débil e impropia, una bondad incierta, pues no es justo pensar que la bondad implica la debilidad, como la lluvia la humedad. Decir que los buenos fueron vencidos no porque eran buenos sino porque eran débiles requiere cierto valor.

Escribir la verdad es luchar contra la mentira, pero la verdad no debe ser algo general, elevado y ambiguo, pues son estas las brechas por donde se desliza la mentira. El mentiroso se reconoce por su afición a las generalidades, como el hombre verídico por su vocación a las cosas prácticas, reales, tangibles. No se necesita un gran valor para deplorar en general la maldad del mundo y el triunfo de la brutalidad, ni para anunciar con estruendo el triunfo del espíritu en países donde éste es todavía concebible. Muchos se creen apuntados por cañones cuando solamente gemelos de teatro se orientan hacia ellos. Formulan reclamaciones generales en un mundo de amigos inofensivos y reclaman una justicia general por la que no han combatido nunca. También reclaman una libertad general: la de seguir percibiendo su parte habitual del botín. En síntesis sólo admiten una verdad: la que les suena bien.

Pero si la verdad se presenta bajo una forma seca, en cifras y en hechos, y exige ser confirmada, ya no sabrán qué hacer. Tal verdad no les exalta. Del hombre veraz sólo tienen la apariencia. Su gran desgracia es que no conocen la verdad.



II. La inteligencia necesaria para descubrir la verdad

Tampoco es fácil descubrir la verdad. Por lo menos la que es fecunda. Así, según opinión general, los grandes Estados caen uno tras otro en la barbarie extrema. Y una guerra intestina que se desarrolla implacablemente puede degenerar en cualquier momento en un conflicto generalizado que convertiría nuestro continente en un montón de ruinas. Evidentemente, se trata de verdades. No se puede negar que llueve hacia abajo: numerosos poetas escriben verdades de este género. Son como el pintor que cubría de frescos las paredes de un barco que se estaba hundiendo. El haber resuelto nuestra primera dificultad les procura una cierta dificultad de conciencia. Es cierto que no se dejan engañar por los poderosos, pero ¿escuchan los gritos de los torturados? No; pintan imágenes. Esta actitud absurda les sume en un profundo desconcierto, del que no dejan de sacar provecho; en su lugar otros buscarían las causas. No creáis que sea cosa fácil distinguir sus verdades de las vulgaridades referentes a la lluvia; al principio parecen importantes, pues la operación artística consiste precisamente en dar importancia a algo. Pero mirad la cosa de cerca: os daréis cuenta que no dejan de decir: no se puede impedir que llueva hacia abajo.

También están los que por falta de conocimientos no llegan a la verdad. Y, sin embargo, distinguen las tareas urgentes y no temen a los poderosos ni a la miseria. Pero viven de antiguas supersticiones, de axiomas célebres a veces muy bellos. Para ellos el mundo es demasiado complicado: se contentan con conocer los hechos e ignorar las relaciones que existen entre ellos.

Me permito decir a todos los escritores de esta época confusa y rica en transformaciones que hay que conocer el materialismo dialéctico, la economía y la historia. Tales conocimientos se adquieren en los libros y en la práctica si no falta la necesaria aplicación. Es muy sencillo descubrir fragmentos de verdad, e incluso verdades enteras. El que busca necesita un método, pero se puede encontrar sin método, e incluso sin objeto que buscar. Sin embargo, ciertos procedimientos pueden dificultar la explicación de la verdad: los que la lean serán incapaces de transformar esa verdad en acción. Los escritores que se contentan con acumular pequeños hechos no sirven para hacer manejables las cosas de este mundo. Pues bien, la verdad no tiene otra ambición. Por consiguiente esos escritores no están a la altura de su misión.

III. El arte de hacer la verdad manejable como arma

La verdad debe decirse pensando en sus consecuencias sobre la conducta de los que la reciben.

Hay verdades sin consecuencias prácticas. Por ejemplo, esa opinión tan extendida sobre la barbarie: el fascismo sería debido a una oleada de barbarie que se ha abatido sobre varios países, como una plaga natural. Así, al lado y por encima del capitalismo y del socialismo habría nacido una tercera fuerza: el fascismo. Para mi, el fascismo es una fase histérica del capitalismo, y, por consiguiente, algo muy nuevo y muy viejo. En un país fascista el capitalismo existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir el capitalismo, y bajo su forma más cruda, más insolente, más opresiva, más engañosa.

Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica.

Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.

Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios países.

Ciertos países logran todavía conservar sus formas de propiedad gracias a medios menos violentos que otros. Sin embargo, los monopolios capitalistas originan por doquier condiciones bárbaras en las fábricas, en las minas y en los campos. Pero mientras que las democracias burguesas garantizan a los capitalistas, sin recurso a la violencia, la posesión de los medios de producción, la barbarie se reconoce en que los monopolios sólo pueden ser defendidos por la violencia declarada.

Ciertos países no tienen necesidad, para mantener sus monopolios bárbaros, de destruir la legalidad instituida, ni su confort cultural (filosofía, arte, literatura); de ahí que acepten perfectamente oir a los exiliados alemanes estigmatizar su propio régimen por haber destruido esas comodidades. A sus ojos es un argumento suplementario en favor de la guerra.

¿Puede decirse que respetan la verdad los que gritan: «Guerra sin cuartel a Alemania, que es hoy la verdadera patria del «mal», la oficina del infierno, el trono del anticristo»? No. Los que así gritan son tontos, impotentes gentes peligrosas. Sus discursos tienden a la destrucción de un país, de un país entero con todos sus habitantes, pues los gases asfixiantes no perdonan a los inocentes.

Los que ignoran la verdad se expresan de un modo superficial, general e impreciso. Peroran sobre el «alemán», estigmatizan el «mal», y sus auditorios se interrogan: ¿Debemos dejar de ser alemanes? ¿Bastará con que seamos buenos para que el infierno desaparezca? Cuando manejan sus tópicos sobre la barbarie salida de la barbarie resultan impotentes para suscitar la acción. En realidad no se dirigen a nadie. Para terminar con la barbarie se contentan con predicar la mejora de las costumbres mediante el desarrollo de la cultura. Eso equivale a limitarse a aislar algunos eslabones en la cadena de las causas y a considerar como potencias irremediables ciertas fuerzas determinantes, mientras que se dejan en la oscuridad las fuerzas que preparan las catástrofes. Un poco de luz y los verdaderos responsables de las catástrofes aparecen claramente: los hombres. Vivimos una época en que el destino del hombre es el hombre.

El fascismo no es una plaga que tendría su origen en la «naturaleza» del hombre. Por lo demás, es un modo de presentar las catástrofes naturales que restituyen al hombre su dignidad porque se dirigen a su fuerza combativa.

El que quiera describir el fascismo y la guerra grandes desgracias, pero no calamidades «naturales» debe hablar un lenguaje práctico: mostrar que esas desgracias son un efecto de la lucha de clases; poseedores de medios de producción contra masas obreras. Para presentar verídicamente un estado de cosas nefasto, mostrad que tiene causas remediables. Cuando se sabe que la desgracia tiene un remedio, es posible combatirla.

IV. Cómo saber a quién confiar la verdad

Un hábito secular, propio del comercio de la cosa escrita, hace que el escritor no se ocupe de la difusión de sus obras. Se figura que su editor, u otro intermediario, las distribuye a todo el mundo. Y se dice: yo hablo, y los que quieren entenderme, me entienden. En la realidad, el escritor habla, y los que pueden pagar, le entienden. Sus palabras jamás llegan a todos, y los que las escuchan no quieren entenderlo todo.

Sobre esto se ha dicho ya muchas cosas, pero no las suficientes. Transformar la «acción de escribir a alguien» en «acto de escribir» es algo que me parece grave y nocivo. La verdad no puede ser simplemente escrita; hay que escribirla a alguien. A alguien que sepa utilizarla. Los escritores y los lectores descubren la verdad juntos.

Para ser revelado, el bien sólo necesita ser bien escuchado, pero la verdad debe ser dicha con astucia y comprendida del mismo modo. Para nosotros, escritores, es importante saber a quién la decimos y quién nos la dice; a los que viven en condiciones intolerables debemos decirles la verdad sobre esas condiciones, y esa verdad debe venirnos de ellos. No nos dirijamos solamente a las gentes de un solo sector: hay otros que evolucionan y se hacen susceptibles de entendernos. Hasta los verdugos son accesibles, con tal que comiencen a temer por sus vidas. Los campesinos de Baviera, que se oponían a todo cambio de régimen, se hicieron permeables a las ideas revolucionarias cuando vieron que sus hijos, al volver de una larga guerra, quedaban reducidos al paro forzoso.

La verdad tiene un tono. Nuestro deber es encontrarlo. Ordinariamente se adopta un tono suave y dolorido: «yo soy incapaz de hacer daño a una mosca». Esto tiene la virtud de hundir en la miseria a quien lo escucha. No trataremos como enemigos a quienes emplean este tono, pero no podrán ser nuestros compañeros de lucha. La verdad es de naturaleza guerrera, y no sólo es enemiga de la mentira, sino de los embusteros.

V. Proceder con astucia para difundir la verdad

Orgullosos de su valor para escribir la verdad, contentos de haberla descubierto, cansados sin duda de los esfuerzos que supone el hacerla operante, algunos esperan impacientes que sus lectores la disciernan. De ahí que les parezca vano proceder con astucia para difundir la verdad.

Confucio alteró el texto de un viejo almanaque popular cambiando algunas palabras: en lugar de escribir «el maestro Kun hizo matar al filósofo Wan», escribió: «el maestro Kun hizo asesinar al filósofo Wan». En el pasaje donde se hablaba de la muerte del tirano Sundso, «muerto en un atentado», reemplazó la palabra «muerto» por «ejecutado», abriendo la vía a una nueva concepción de la historia.

El que en la actualidad reemplaza «pueblo» por «población», y «tierra» por «propiedad rural», se niega ya a acreditar algunas mentiras, privando a algunas palabras de su magia. La palabra «pueblo» implica una unidad fundada en intereses comunes; sólo habría que emplearla en plural, puesto que únicamente existen «intereses comunes» entre varios pueblos. La «población» de una misma región tiene intereses diversos e incluso antagónicos. Esta verdad no debe ser olvidada. Del mismo modo, el que dice «la tierra», personificando sus encantos, extasiándose ante su perfume y su colorido, favorece las mentiras de la clase dominante. Al fin y al cabo, ¡qué importa la fecundidad de la tierra, el amor del hombre por ella y su infatigable ardor al trabajarla!: lo que importa es el precio del trigo y el precio del trabajo. El que saca provecho de la tierra no es nunca el que recoge el trigo, y «el gesto augusto del sembrador» no se cotiza en Bolsa. El término justo es «propiedad rural».

Cuando reina la opresión, no hablemos de «disciplina», sino de «sumisión» pues la disciplina excluye la existencia de una clase dominante. Del mismo modo, el vocablo «dignidad» vale más que la palabra «honor», pues tiene más en cuenta al hombre. Todos sabemos qué clase de gente se precipita para tener la ventaja de defender el «honor» de un pueblo, y con qué liberalidad los ricos distribuyen el «honor» a los que trabajan para enriquecerlos.

La astucia de Confucio es utilizable también en nuestros días. También la de Tomás Moro. Este último describió un país utópico idéntico a la Inglaterra de aquella época, pero en el que las injusticias se presentaban como costumbres admitidas por todo el mundo.

Cuando Lenin, perseguido por la policía del Zar, quiso dar una idea de la explotación de Sajalín por la burguesía rusa, sustituyó Rusia por el Japón y Sajalín por Corea. La identidad de las dos burguesías era evidente, pero como Rusia estaba en guerra con el Japón la censura dejó pasar el trabajo de Lenin.

Hay una infinidad de astucias posibles para engañar a un Estado receloso. Voltaire luchó contra las supersticiones religiosas de su tiempo escribiendo la historia galante de «La Doncella de Orleans»: describiendo en un bello estilo aventuras galantes sacadas de la vida de los grandes. Voltaire llevó a éstos a abandonar la religión (que hasta entonces tenían por caución de su vida disoluta). De repente se hicieron los propagadores celosos de las obras de Voltaire y ridiculizaron a la policía que defendía sus privilegios. La actitud de los grandes permitió la difusión ilícita de las ideas del escritor entre el público burgués, hacia el que precisamente apuntaba Voltaire.

Decía Lucrecio que contaba con la belleza de sus versos para la propagación de su ateísmo epicúreo. Las virtudes literarias de una obra pueden favorecer su difusión clandestina. Pero hay que reconocer que a veces suscitan múltiples sospechas. De ahí la necesidad de descuidarlas deliberadamente en ciertas ocasiones. Tal sería el caso, por ejemplo, si se introdujera en una novela policíaca -género literario desacreditado- la descripción de condiciones sociales intolerables. A mi modo de ver, esto justificaría completamente la novela policíaca.

En la obra de Shakespeare se puede encontrar un modelo de verdad propagada por la astucia: el discurso de Antonio ante el cadáver de César. Afirmando constantemente la respetabilidad de Bruto, cuenta su crimen, y la pintura que hace de él es mucho más aleccionadora que la del criminal. Dejándose dominar por los hechos, Antonio saca de ellos su fuerza de convicción mucho más que de su propio juicio.

Jonathan Swift propuso en un panfleto que los niños de los pobres fueran puestos a la venta en las carnicerías para que reinara la abundancia en el país. Después de efectuar cálculos minuciosos, el célebre escritor probó que se podrían realizar economías importantes llevando la lógica hasta el fin. Swift jugaba al monstruo. Defendía con pasión absolutista algo que odiaba. Era una manera de denunciar la ignominia. Cualquiera podía encontrar una solución más sensata que la suya, o al menos más humana; sobre todo, aquellos que no habían comprendido a dónde conducía este tipo de razonamiento.

Militar a favor del pensamiento, sea cual fuere la forma que éste adopte, sirve la causa de los oprimidos. En efecto, los gobernantes al servicio de los explotadores consideran el pensamiento como algo despreciable. Para ellos lo que es útil para los pobres es pobre. La obsesión que estos últimos tienen por comer, por satisfacer su hambre, es baja. Es bajo menospreciar los honores militares cuando se goza de este favor inestimable: batirse por un país cuando se muere de hambre. Es bajo dudar de un jefe que os conduce a la desgracia. El horror al trabajo que no alimenta al que lo efectúa es asimismo una cosa baja, y baja también la protesta contra la locura que se impone y la indiferencia por una familia que no aporta nada. Se suele tratar a los hambrientos como gentes voraces y sin ideal, de cobardes a los que no tienen confianza en sus opresores, de derrotistas a los que no creen en la fuerza, de vagos a los que pretenden ser pagados por trabajar, etc. Bajo semejante régimen, pensar es una actividad sospechosa y desacreditada. ¿Dónde ir para aprender a pensar? A todos los lugares donde impera la represión.

Sin embargo, el pensamiento triunfa todavía en ciertos dominios en que resulta indispensable para la dictadura. En el arte de la guerra, por ejemplo, y en la utilización de las técnicas. Resulta indispensable pensar para remediar, mediante la invención de tejidos «ersatz», la penuria de lana. Para explicar la mala calidad de los productos alimenticios o la militarización de la juventud no es posible renunciar al pensamiento. Pero recurriendo a la astucia se puede evitar el elogio de la guerra, al que nos incitan los nuevos maestros del pensamiento. Así, la cuestión ¿cómo orientar la guerra? lleva a la pregunta: ¿vale la pena hacer la guerra? Lo que equivale a preguntar: ¿cómo evitar la guerra inútil? Evidentemente, no es fácil plantear esta cuestión en público hoy. Pero ¿quiere decir esto que haya que renunciar a dar eficacia a la verdad? Evidentemente no.

Si en nuestra época es posible que un sistema de opresión permita a una minoría explotar a la mayoría, la razón reside en una cierta complicidad de la población, complicidad que se extiende a todos los dominios. Una complicidad análoga, pero orientada en sentido contrario, puede arruinar el sistema. Por ejemplo, los descubrimientos biológicos de Darwin eran susceptibles de poner en peligro todo el sistema, pero solamente la Iglesia se inquietó. La policía no veía en ello nada nocivo. Los últimos descubrimientos físicos implican consecuencias de orden filosófico que podrían poner en tela de juicio los dogmas irracionales que utiliza la opresión. Las investigaciones de Hegel en el dominio de la lógica facilitaron a los clásicos de la revolución proletaria, Marx y Lenin, métodos de un valor inestimable. Las ciencias son solidarias entre sí, pero su desarrollo es desigual según los dominios; el Estado es incapaz de controlarlos todos. Así, los pioneros de la verdad pueden encontrar terrenos de investigación relativamente poco vigilados. Lo importante es enseñar el buen método, que exige que se interrogue a toda cosa a propósito de sus caracteres transitorios y variables. Los dirigentes odian las transformaciones: desearían que todo permaneciese inmóvil, a ser posible durante un milenio: que la Luna se detuviese y el Sol interrumpiese su carrera. Entonces nadie tendría hambre ni reclamaría alimentos. Nadie respondería cuando ellos abriesen fuego; su salva sería necesariamente la última.

Subrayar el carácter transitorio de las cosas equivale a ayudar a los oprimidos. No olvidemos jamás recordar al vencedor que toda situación contiene una contradicción susceptible de tomar vastas proporciones. Semejante método -la dialéctica, ciencia del movimiento de las cosas- puede ser aplicado al examen de materias como la biología y la química, que escapan al control de los poderosos, pero nada impide que se aplique al estudio de la familia; no se corre el riesgo de suscitar la atención. Cada cosa depende de una infinidad de otras que cambian sin cesar; esta verdad es peligrosa para las dictaduras.

Pues bien, hay mil maneras de utilizarla en las mismas narices de la policía. Los gobernantes que conducen a los hombres a la miseria quieren evitar a todo precio que, en la miseria, se piense en el Gobierno. De ahí que hablen de destino. Es al destino, y no al Gobierno, al que atribuyen la responsabilidad de las deficiencias del régimen. Y si alguien pretende llegar a las causas de estas insuficiencias, se le detiene antes de que llegue al Gobierno.

Pero en general es posible reclinar los lugares comunes sobre el destino y demostrar que el hombre se forja su propio destino. Ahí tenéis el ejemplo de esa granja islandesa sobre la que pesaba una maldición. La mujer se había arrojado al agua, el hombre se había ahorcado. Un día, el hijo se casó con una joven que aportaba como dote algunas hectáreas de tierra. De golpe, se acabó la maldición. En la aldea se interpretó el acontecimiento de diversos modos. Unos lo atribuyeron al natural alegre de la joven; otros a la dote, que permitía, al fin, a los propietarios de la granja comenzar sobre nuevas bases. Incluso un poeta que describe un paisaje puede servir a la causa de los oprimidos si incluye en la descripción algún detalle relacionado con el trabajo de los hombres. En resumen: importa emplear la astucia para difundir la verdad.

Conclusión

La gran verdad de nuestra época -conocerla no es todo, pero ignorarla equivale a impedir el descubrimiento de cualquier otra verdad importante- es ésta: nuestro continente se hunde en la barbarie porque la propiedad privada de los medios de producción se mantiene por la violencia. ¿De qué sirve escribir valientemente que nos hundimos en la barbarie si no se dice claramente por qué? Los que torturan lo hacen por conservar la propiedad privada de los medios de producción.

Ciertamente, esta afirmación nos hará perder muchos amigos: todos los que, estigmatizando la tortura, creen que no es indispensable para el mantenimiento de las formas actuales de propiedad.

Digamos la verdad sobre las condiciones bárbaras que reinan en nuestro país; así será posible suprimirlas, es decir, cambiar las actuales relaciones de producción. Digámoslo a los que sufren del statu quo y que, por consiguiente, tienen más interés en que se modifique: a los trabajadores, a los aliados posibles de la clase obrera, a los que colaboran en este estado de cosas sin poseer los medios de producción.

lunes, agosto 01, 2005

Politica Universal

Es la expresion de la conquista , el uso, la conservación , el aumento y la perdida del poder politico en cualquier lugar de la tierra.